Reseña de Desde el aire en Revista Lucarna

Por Pamela Neme Scheij.

Nuevamente me encuentro reseñando una novela: Desde el aire, escrita por una mujer, Mariela Ghenadenik, cuyas protagonistas son Malena y Laura, voces femeninas que entretejen esta narrativa. Y me gusta, verdaderamente, porque son más recovecos para bucear en los pliegues de estas vidas ficcionales que hacen de cuestionario introspectivo a nuestra propia vida de lectoras y lectores. 

Malena y Laura se cruzan en un trabajo de oficina, en el cual la primera es la jefa de la segunda. En ese vínculo se despliegan órdenes, maltratos, presiones disparatadas, ocultamientos, amenazas, indiferencia y un sinfín de conductas que llegamos a conocer en páginas navegadas por los pensamientos de Laura. Algo parecido a un minuto a minuto de la realidad que la rodea al ras de su observación e incansable procesamiento.

Malena siempre es mostrada desde el misterio y el sufrimiento, cuando no es ella quien se encuentra maltratando a Laura. Su vida de adolescente con sobrepeso de carne, de madre, de necesitar ser aceptada. Su intento de reconvertirse. Su voz acallada por la sumisión de no verse a sí misma como una mujer con voz propia. La carga de esa madre desamorada y un hombre abusador que en el baño de un avión clausuró su posible camino de liberación. La carga y una vida adulta que entonces quedó sellada como sus labios. 

Laura no es misterio, no. Pero sí es sufrimiento. Otro tipo. No la repetida sumisión ante prácticas sexuales violentas de una Malena prostituida, de la cual se nos escapan casi todos los posibles datos para explicar racionalmente su exposición; excepto su pasado.  Laura no logra imponerse en su espacio de trabajo, no logra trascender su rol de amante en una relación que se funda en la cárcel de sus deseos de compartir la cama por la mañana, la vida más allá del sexo. 

Malena tapa su cuerpo, antes gordo, luego, golpeado. Malena le muestra una cara a Laura en la oficina. Laura reconoce a Malena con el cuerpo herido en un ascensor de hotel alojamiento, detrás de un su vestimenta, de sus anteojos, de su no saber quién es. Y eso rompe cualquier institucionalización del maltrato laboral que una imponía a la otra. Eso lo agudiza, lo extrema. Laura ve estallar su cotidianeidad tras perder el trabajo, tras la furia de su amante porque su esposa lo descubrió en sus infidelidades, tras darse cuenta de que Malena le tendió una trampa, como revancha de quien se siente víctima de todos,  cuando ella, Laura, sólo sentía compasión y respeto por lo visto sin querer.

Desde el aire es una novela narrada con la simplicidad y la intertextualidad de las historias íntimas e individuales;  mejor dicho,  con la premura y las conexiones anárquicas del pensamiento. Que pone, a su vez, en evidencia mundillos de interrelaciones altamente complejos. El transcurrir de los días en una oficina, por ejemplo.

Desde el aire nos deja pasmados ante la sumisión de sus mujeres, Malena y Laura, ante la aceptación de lo degradante, lo violento, lo silenciado. 

Desde el aire lleva a Malena y a Laura de la mano hacia lo que podrán hacer de sus vidas, con todo lo que pesa en sus espaldas.