Clubes de lectura: un refugio contra el ruido




Estoy agotada. No solo porque es fin de año y la agitación de una rutina exigente ya pide un descanso. Sino por el ruido. Si bien tengo anuladas todas las notificaciones y trato de minimizar la mayor cantidad posible de interrupciones durante el día, el problema no se elimina porque es más profundo. Estoy –como la mayoría- sumergida en el ecosistema de la dispersión y perdí la capacidad de estar quieta y en silencio.

Me di cuenta de que en una gran cantidad mis pensamientos hay voces ajenas. Algo que escuché en un streaming, lo que se conversó en un podcast, una historia narrada en algún reel, memes, chats, series, playlists, webinars, audios de Whatsapp… Sin querer, de pronto mi voz interior, la que acarreaba mis pensamientos y mis dudas más neuróticas se quedó muda. 


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