Nota en Infobae - Una distopía con un mensaje impactante

Con este título, la escritora argentina debuta en el género de la ciencia ficción. En exclusiva para Infobae Leamos, da las razones para acercarse a su nueva obra.



Así empieza “Odisea del Hambre”

Es el año 2067 y, si bien se han logrado superar algunos desafíos que amenazaban al planeta a comienzos del milenio –destrucción ambiental, cambio climático, crisis energética–, la contracara de los primeros años de bienestar produjo más longevidad y superpoblación.

Junto con el aumento poblacional se impuso la teoría de que la Tierra no podría soportar el peso de tanta gente, lo que alteraría su órbita y la acercaría al Sol, amenazando toda vida en el planeta. Esto generó la creación de nuevas leyes de regulación que determinan cuánto tiempo se puede vivir, cuánto se puede pesar y, sobre todo, cuánto se puede comer.

La falta de espacio y de trabajo por el aumento demográfico, la redistribución territorial y de recursos son algunas de las dificultades que se enfrentan. Por esta razón, ningún ser humano puede vivir más allá de los 90 años –100, si se logra juntar el dinero para una Extensión Vital–, y se busca impedir que el peso corporal sobrepase las regulaciones vigentes para evitar el cambio en la órbita terrestre.

La idea de comer por gusto y no por supervivencia pasó a ser el mayor problema a organizar. Para la ideología reinante, el apetito sin fin conduce a la indisciplina, que genera la sobrecarga en la producción de determinados alimentos, estresa los recursos planetarios y desestabiliza el clima.

A pesar de haberse solucionado globalmente el tema de la alimentación, todas las personas deben mantener un margen saludable de “hambre” constante para mantener a raya la gula individual, considerada el germen del desastre.

Las personas solo pueden ingerir alimentos de acuerdo con lo que establece el Plan de Alivio Planetario y no deben sobreestimular su afán por la comida. Quienes no pueden ajustar su conducta y peso –los denominados Abundantes Gravitacionales– son retirados del Plan y forzados a alimentarse con ingredientes altos en grasas y azúcares para “pedalear” y hacer funcionar máquinas generadoras de energía limpia, dado que aún no se han desarrollado mejores fuentes estables de energías no contaminantes que la potencia humana. Las energías contaminantes aún existen, pero se reservan estrictamente para el funcionamiento de la sociedad, como el alumbrado público, la producción del superalimento base y el agua corriente, entre otros.

La prioridad mundial es cuidar el planeta, reducir al mínimo sus desechos y recomponer el ecosistema dañado durante siglos. Los viajes en avión están reservados para una élite, las ciudades con automóviles son el privilegio de los organizadores, es decir, los que aportan al mundo tecnología y alta capacitación, y también los que aportan alimentos o su acopio natural de agua dulce.

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