Columna en Ámbito

Lecturas de verano: ¿para qué sirve leer?

En un mundo cada vez más inexplicable, no es menos tiempo, ni menos palabras lo que necesitamos, sino menos apuro.


El otro día Instagram me sugirió unirme a una masterclass gratuita para leer más libros en menos tiempo. Debo confesar que muchas veces uso el chatGPT para resumir algún artículo que debo leer y que no me interesa demasiado. También, al igual que la mayoría, escucho audios en uno punto cinco y zigzagueo los mensajes demasiado extensos.

Leer da pereza. Las palabras a veces son un muro entre la urgencia de saber y el deseo de explorar otros temas. Y les pedimos que se lean más rápido, que sean más compactas. Y por un lado eso está bien: la brevedad nos sirve para entender sin demoras y pasar a la acción. O para consumir más contenido, una necesidad bastante vital para abarcar un presente tan complejo.

Pero a la vez me pregunto por qué querríamos menos palabras. No siempre lo breve es dos veces bueno. A veces es solo insuficiente.


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